18 de septiembre de 2016

Juan Pedro Aparicio, en la brecha leonesa

El día “después"... el de la presentación del libro de Aparicio "Nuestro desamor a España", me hubiera gustado encontrar, de modo especial en los medios escritos, comentarios sobre el acto y lo aportado por el autor en tan excelente marco como suponía el Palacio del Conde Luna; más aún el grado de repercusión alcanzado en los leoneses asistentes. Pero sobre todo si se habría una brecha leonesista de comprensión, y “reconquista” de valores perdidos. ¡Dice tanto en el libro!
Tengo la impresión de que los acontecimientos, en especial los literarios, se miden por las vísperas, esto es, por el anuncio, expresión de contenido y si acaso entrevista previa con el convocante.  Después parece que la ocasión deja de ser noticia a comentar, e incluso pocas veces  se cubre mediáticamente.

Desde que el tema autonómico empezó a afectar a León de modo negativo, en aquellas etapas en las que mi deporte favorito era recortar y conservar escritos a ello dedicado, me agradó de modo especial leer a Juan Pedro Aparicio. 

Tenía una idea tan clara y tan leonesista  en su palabra,  cuando nuestra identidad leonesa le apasionaba y nos hacía recapacitar, que me empujó a comprender lo cierto de mi postura sentimental leonesa; para, con el transcurso del tiempo, empezar a valorarla como leonesista. 

Evidentemente el germen lo había recibido con anterioridad, me refiero al de “ser leonés”,  cultivado  a lo largo de los años, aunque no pusiera un perceptible empeño en ello durante los  primeros compases y juegos de niñez, para que luego, secuencialmente, pasar  a explorar el tema mediante comprensiones de alegre juventud y el asentamiento  juicioso posterior, hasta que hubo llegado a tomar cuerpo a modo de estado de conciencia. 

La Identidad Leonesa  ha sido “de siempre” mi preferente campo de actuación.

A Juan Pedro Aparicio tuve oportunidad de conocerlo personalmente, junto a José María Merino, cuando, involucrados  en comprender el nacimiento, o los nacimientos del Esla  y su principal curso provincial leonés, en Gradefes  se interesaron por el libro “El Monasterio de Gradefes”, escrito por mi tío Aurelio Calvo.

Como leyenda, como historia de nuestro más genuino río, por aquello de Astura en origen,  y ser el que denominó a nuestros antepasados los Astures o viceversa, pronto pudimos leer y valorar su  obra “Los Caminos del Esla”.

Cuando aceptó la medalla de oro autonómica de Castilla y León de las Letras en 2012, sufrí un especial desencanto, que intenté dejar recogido en un artículo que me publicó Diario de León, cuyo enlace propongo al lector, pues en él quedó perfectamente reflejada mi opinión al respecto:

Por supuesto mi discrepancia no era en cuanto al merecimiento del galardón, sin duda bien alcanzado, sino debido a ser patrocinador el ente autonómico, bien orquestado por políticos, herederos y continuistas del solapamiento de lo leonés. No obstante a veces me ha asaltado la duda si pude confundir un supuesto pragmatismo circunstancial con una claudicación inoportuna.

Todo lo llevado a cabo en el ente autonómico mediante Fundaciones e historicistas de conveniencia para sus planes, hoy a la vista del ensayo presentado hablaríamos de la Castispaña tal como nos muestra el autor leonés.

Mi ausencia de León, y con ella la imposibilidad de asistir al acto citado, a fin de escuchar de viva voz al autor leonés cómo señalaba o desmenuzaba algunos pasajes del libro, la connotación leonesa y española, la Castilla aupada y el Reino de León que otros han venido silenciado, me llevó a dirigirle un correo mostrando que la ausencia al acto tenía su origen en la distancia física, no en la anímica.
No albergaba duda en cuanto a recibir respuesta por el mismo medio, a pesar de haber sido discrepante con él en determinados momentos; y como así fue, me agrada dejar constancia de ello

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