El día “después"... el de la presentación del libro de
Aparicio "Nuestro desamor a España", me hubiera gustado encontrar, de
modo especial en los medios escritos, comentarios sobre el acto y lo aportado
por el autor en tan excelente marco como suponía el Palacio del Conde
Luna; más aún el grado de repercusión alcanzado en los leoneses asistentes.
Pero sobre todo si se habría una brecha leonesista de comprensión, y
“reconquista” de valores perdidos. ¡Dice tanto en el libro!
Tengo la impresión de que los acontecimientos, en especial los
literarios, se miden por las vísperas, esto es, por el anuncio, expresión de
contenido y si acaso entrevista previa con el convocante. Después parece que la ocasión deja de
ser noticia a comentar, e incluso pocas veces se cubre mediáticamente.
Desde que el tema autonómico empezó a afectar a León de modo negativo, en aquellas etapas en las que mi deporte favorito era recortar y conservar escritos a ello dedicado, me agradó de modo especial leer a Juan Pedro Aparicio.
Tenía una idea tan clara y tan leonesista en su palabra, cuando nuestra identidad leonesa le
apasionaba y nos hacía recapacitar, que me empujó a comprender lo cierto de mi
postura sentimental leonesa; para, con el transcurso del tiempo, empezar a
valorarla como leonesista.
Evidentemente el germen lo había recibido con anterioridad, me
refiero al de “ser leonés”, cultivado a lo largo de los años,
aunque no pusiera un perceptible empeño en ello durante los primeros
compases y juegos de niñez, para que luego, secuencialmente, pasar a explorar
el tema mediante comprensiones de alegre juventud y el asentamiento
juicioso posterior, hasta que hubo llegado a tomar cuerpo a modo de estado de
conciencia.
La Identidad Leonesa ha
sido “de siempre” mi preferente campo de actuación.
A Juan Pedro Aparicio tuve oportunidad de conocerlo personalmente,
junto a José María Merino, cuando, involucrados en comprender el
nacimiento, o los nacimientos del Esla y su principal curso provincial
leonés, en Gradefes se interesaron por el libro “El Monasterio de
Gradefes”, escrito por mi tío Aurelio Calvo.
Como leyenda, como historia de nuestro más genuino río, por
aquello de Astura en origen, y ser el que denominó a nuestros antepasados
los Astures o viceversa, pronto pudimos leer y valorar su obra “Los Caminos del Esla”.
Cuando aceptó la medalla de oro autonómica de Castilla y León de
las Letras en 2012, sufrí un especial desencanto, que intenté dejar recogido en
un artículo que me publicó Diario de León, cuyo enlace propongo al lector, pues
en él quedó perfectamente reflejada mi opinión al respecto:
Por supuesto mi discrepancia no era en cuanto al merecimiento del
galardón, sin duda bien alcanzado, sino debido a ser patrocinador el ente
autonómico, bien orquestado por políticos, herederos y continuistas del
solapamiento de lo leonés. No obstante a veces me ha asaltado la duda si pude
confundir un supuesto pragmatismo circunstancial con una claudicación
inoportuna.
Todo lo llevado a cabo en el ente autonómico mediante Fundaciones
e historicistas de conveniencia para sus planes, hoy a la vista del ensayo
presentado hablaríamos de la Castispaña tal como nos muestra el autor leonés.
Mi ausencia de León, y con ella la imposibilidad de asistir al
acto citado, a fin de escuchar de viva voz al autor leonés cómo señalaba o
desmenuzaba algunos pasajes del libro, la connotación leonesa y española, la Castilla
aupada y el Reino de León que otros han venido silenciado, me llevó a dirigirle
un correo mostrando que la ausencia al acto tenía su origen en la distancia
física, no en la anímica.
No albergaba duda en cuanto
a recibir respuesta por el mismo medio, a pesar de haber sido discrepante con
él en determinados momentos; y como así fue, me agrada dejar constancia de ello
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