En León capital, ayer, 24 de
abril de 2016, día sin lluvia y sol a largos
retazos, los leoneses tuvieron
oportunidad de participar en dos actos, con presencia física en el festivo y tradicional de Las Cabezadas, y con participación directa
en el conmemorativo del
levantamiento popular del 24 de abril
1808, nominado hoy: a Los Héroes Leoneses, ahí es nada.
Puntuales, ante la casa de la
Poridad, los ediles se aprestaban a actuar en un acontecimiento que tanto les
viene gustando desde la antigüedad. Pasadas
largamente las 11,30, colocados ante el antiguo Ayuntamiento, con sus bandas
tricolores españolas relucientes esperaban al gran edil. Los portadores de la cera, un gran Cirio y cuatro
hachones (la tradición hablaba de dos) estaban también prestos. Sendino, el del
voto leonesista, bromeaba con un policía municipal con uniforme de gran gala; Margarita
Torres ufana y enhiesta, síndica para la ocasión, seguro que ya tenía estudiada
la controversia de la obligatoriedad o el voluntarismo, tomaba su posición representativa
para la marcha.
Antonio Silván, alcalde y
procurador autonómico, con la sonrisa castellanoleonesa ya puesta, ocupa su
lugar preferencial y representativo en el cortejo. A poco, empieza a moverse la Comitiva hacia
la Calle Ancha, precedidos del conocido toque musical leonés, cuando la
Corporación Municipal, bajo mazas, acude a un acto de especial relevancia. El
Pendón Real lucía su carmesí para dar mayor oficialidad a la comitiva.
Curiosamente este año, la música que
emitían los “farautes”(dos) dotados de timbal y clarín antaño, se mezclaba con otros sones que surgían en la
acera de “Botines”, próximos al balcón
principal de la Diputación, Palacio de los Guzmanes, allá donde “luce” la impuesta bandera cuartelada que el socialista Manuel
Cabezas, presidente de diputados, con nocturnidad mandó que colgara apenas hubo
tomado posesión del cargo. Tal ocasión hay que referenciarla en otro abril, éste de 1942. Hoy los músicos del grupo Aires del Bernesga,
dulzaina y tamborín especialmente, interpretaban la canción leonesa: “Todo
somos de León” con inusitada eficacia audible, y perfecta para la ocasión.
Ambos sones, el marchoso
corporativo, y el folclórico reivindicativo, se solapaban. La coincidencia
ocasional era el factor imperante para ello. Desde mi situación de espectador y
oyente creí percibir que, el vívido folclorismo, sobreponiéndose en decibelios,
gritaba un musicalizado ser leonés de verdad a la Comitiva, que dicho en su descargo cumplía
con lo tradicional, algo que por obediencia política se niega a hacer en circunstancias autonómicas que nos atañen.
Haciendo gala de escrupulosa
puntualidad, la pancarta de Iglesias Carreño en la exaltación de los Héroes
Leones, pero con eslogan reivindicativo: REINO DE LEÓN AUTÓNOMO…” fiel a la
cita se dejaba ver en la acera de Botines. Más o menos, media hora más tarde de
la peripecia decibélica aludida, la
marcha ciudadana organizada por Comunidad Leonesa. es, partía hacia la Plaza Mayor. La púrpurada
leonesa ondeando o sobre los hombros de
muchos participantes, cumplía con su gran papel de representar a un pueblo: El
Pueblo Leonés.
El párrafo que sigue lo escribo a
través de referencias en periódicos, y recordando pasadas ocasiones:
El laurel de la victoria o en
loor del alzamiento de los leoneses contra el invasor, tras la reivindicativa lectura de un Manifiesto,
sería un año más colgada en el antiguo Consistorio de la Plaza Mayor, lugar
donde una placa recuerda la ocasión. Bien rubricado todo con el Himno a León en
la voz de los asistentes se cerraría el acto. ¡Viva León!
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