Apuntes para mejor comprender los entresijos de la
Exposición transitoria: “León, Cuna de
Parlamentarismo” en la Casona de Puerta Castillo, a los ojos de un leonesista.
Ellos, los
autonomistas del ente que nos tiene atrapados a los leoneses, van a su rollo, a
su bola; el alcalde de la capital, fiel y obediente a sus jefes de “filas”, no
tiene mejor ocupación que secundarlos. Respecto a lo leonés, cuando es notorio,
y chirriaría demasiado silenciarlo, como es el caso ahora de los documentos de
las Cortes de 1188, parece haberles entrado a los políticos autonómicos un
enfervorizado deseo de salir en los medios para, a modo de desagravio, pero no exento de injerencia, vender este
pasaje histórico leonés como un empeño
autonómico.
Y aquí, a pesar de poder pecar de reiterativo, aunque nunca
más que ellos en su empeño de mover lo leonés a su antojo, y como patrimonio
que “les corresponde”, precisamente
ahora cuando, como cosa propia la Consejera de Cultura y Turismo, nos suelta lo
del “maravilloso legado”, que lo es,
pero netamente leonés, y de los leoneses
herederos directos y únicos, no podemos menos que salir cortándola su
verborrea cantarina con el párrafo siguiente, que reconocemos haberlo empleado
sin demasiado resultado en otras ocasiones:
El valor de las
Cortes de Alfonso IX y sus Decreta, ha sido silenciado, amordazado y trastocado
social e históricamente hasta “ayer”,
rebajando la importancia de aquellas
Cortes. Así lo han venido haciendo sus antecesores en el
cargo, los presidentes de la Cortes autonómicas, las Consejerías
correspondientes y desde las Fundaciones satélites.
Algo que hoy resalto como ominoso, dada su actuación,
nefasta en el sentido expresado, cerrando puertas a la anotación y puesta en
valor, o cual juego al burle y el engaño vendiendo en 1988, octavo centenario,
por ejemplo, las asistencia del pueblo a aquéllas, verdadero ensayo de
parlamentarismo con el que hoy se les llena la boca autonómica, como algo ocasional
fruto de que, para sacarles los cuartos, el Rey llamara o dejara entrar
a la Magna Curia a unos vocingleros
miembros gremiales del pueblo.
Esto no nos es posible olvidarlo. No lo debemos hacer, ni
hoy ni mañana, en tanto no rectifiquen, entonen su mea culpa, con la sinceridad
y dignidad de quien reconoce su propio error, por omisión, o por insidia en otro supuesto, y el de sus antecesores autonomistas del ente
verdaderos artífices del ocultismo.
Ese comportamiento sin duda llegó a alcanzar el calificativo
de nefando, cuando se propiciaba
disfrazar con subterfugios lingüísticos las Cortes leonesas de 1188,
como castellanoleonesas. Sembrar la duda en los escolares, siempre les ha
parecido que tenía futuro para sus planes uniformistas y unitaristas, y como
los leoneses hemos venido “casi tragando todo”, sin entresacar las “malas
hierbas”, pues se han recreado en la vertiente olvidadiza.
El ejecutivo autonómico, que cita la Consejera, y el
Ayuntamiento, o tal vez mejor el alcalde, que parece haberle dado por pensar
que León capital es cuna y dueño de aquel magno acontecimiento, se regodean al alimón; una porque así el ente
hace que hace, y otro por que va de
“activo recuperador de historia”, ante
el supuesto lustre que ello supone para
León, pensando en pingues beneficios turísticos. La recuperación de la dignidad
leonesa de lo propio parece ser secundario.
En base a lo apuntado, el esfuerzo del ente autonómico ha
pasado de buscar historicistas en negativo, para ignorar la documentación que
ahora se va a exponer, con detalle, o lo que es peor por ocultismo, sin el
menor amago de dignidad y vergüenza torera, para sacar a la luz pública y
valorar de forma positiva y entusiastas unos documentos que la UNESCO admitió
sin dilación. Ahí si que dieron un
espaldarazo a lo leonés, que dejaba el proceder de los dirigentes autonomistas
pecando de ignorancia histórica, cuando no de ocultación interesada; de ambos
modos un
cínico proceder político, movilizando a exégetas proclives a defender lo
indefendible.
La Consejera sabe que en Junio del año pasado la Unesco
inscribió los ‘Decreta’ de León de 1188 en el Registro de la Memoria del Mundo,
pero debe ignorar, cómo y de qué modo llegó hasta tan imparcial tribunal
mundial la pertinente documentación que les hizo determinar que aquí en el
Reino de León, en 1188, nació el parlamentarismo. O lo que es peor, parece usar
la metodología de sus antecesores: el silencio de la verdad. Por sus palabras
se puede interpretar que el recurso
nació allí por generación espontánea. Tal proceder es igualmente válido para el
alcalde.
Es muy grave omitir que hubo un leonés de La Cepeda, sin
cuyo empeño y bien hacer, recabando documentación, presentando y apoyando el
tema ante la Unesco, hoy seguiríamos con la omertá instalada en torno a las
Cortes y los Decreta, de Rey leones Alfonso IX; y el Pueblo Leonés sin ser
reconocido como heredero directo de aquéllos que, convocados por el Rey,
ensayaban con su asistencia, los primeros rudimentos de parlamentarismo. Aludo
naturalmente a Rogelio Blanco Martínez. Sobre cuyo nombre parece pesar
autonómicamente un silencio y olvido cargados de cinismo político, seguido por
“nuestros” políticos leoneses, en el Consistorio.
¡Ah!, que le invitarán a la inauguración, para que, al
menos, dé una charla sobre los avatares
de la preparación protocolaria de la solicitud, los valorados documentos y la
feliz consecución. No esperábamos menos los leoneses. A cada uno su mérito.
Se marcará así el principio de un éxito de exposición, que
lo ha de ser para una Región, para un Reino. Si ésta se prolonga con los
documentos originales en Zamora y luego
en Salamanca o viceversa… estaríamos
dándonos todos los leoneses, el abrazo fraterno que mucho necesitamos. Claro
esto al ente autonómico le escocería tanto, que la zancadilla ya estará puesta
de antemano.
Excelente artículo. Hay que valorar a quien altruistamente hizo la labor más importante.
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