10 de noviembre de 2013

¿Leonesismo o leonesidad?


La pregunta formulada como título en esta página es justo el interrogante que el señor Álvarez Sacristán decidió encabezara su artículo de opinión, en el Diario de León en abril del 2008.

Comenzó éste, como el lector puede comprobar, aludiendo a un señor Soto que aún entendiendo que no era yo, pero como el tema me motivaba mucho, elaboré un artículo que el propio Diario publicó, y yo ahora daré a conocer en otra página. Creo que merece la pena repetirlo, por razones que en él quedarán perfectamente justificadas y que enlazan con el escrito que publiqué ayer.



¿Leonesismo o Leonesidad?

ISIDORO ÁLVAREZ SACRISTÁN  11/04/2008
SE ME ha reprochado en varios artículos mis críticas sobre el moderno leonesismo. No solamente han sido críticas mezcladas con las alabanzas del señor Soto, al que he contestado personalmente en misiva sin respuesta- sino que se han despachado con insultos. Me ha chocado que un partido que ha obtenido tan pequeña votación en las últimas elecciones generales (1,4 %), tenga tanta altavocía en los medios de comunicación locales. Desconocía la influencia mediática de tales minorías. 
Pero esas minorías se revuelven en cuanto alguien discrepa de su, por otra parte, nacionalismo visceral que ora acompaña al puño y la rosa ora a la gaviota, o no se sabe con quien aliarse. Cuando acudí a la sede de UPL a interesarme por los Estatutos del partido -que ya comenté en estas páginas- y que me fueron negados, no podrá imaginar que ahora tendría que dirigirme a dos direcciones distintas: la del partido y la de los parlamentarios leonesistas (que me parece que son dos).
Claro que como no me facilitaron las líneas maestras de lo que llaman Unión del Pueblo Leonés, pues no pude recomendar el voto a mis familiares, amigos y entorno profesional. Así supe que habían votado a UPL un 1,4 por ciento del censo. Una presencia residual, un partido testimonial, una facción localista. Como explica en este mismo periódico Joaquín Cuevas (26-3-2008), no se puede entender que un partido político obtenga un número de votos menor que el número de sus afiliados. 
Poca fe deben de tener en sus dirigentes o muy poca creencia en sus postulados. En el citado artículo del señor Cuevas hay dos advertencias importantes. Una de ellas la justificación de antaño de que «todo el mundo está satisfecho, al fin y al cabo, se habían conseguido unas poltronas». Tal aserto lo ha dicho sin intención, pero poltrona significa haragán, enemigo del trabajo (RAE). En efecto, lo que se pretende es la poltrona o lugar de asiento en la institución con prebendas, sinecuras o viáticos (Adiós pueblo, adiós). Esta poltrona no solo olvida al pueblo sino que se empecina en reinterpretar la historia, desviarse por vericuetos de falsa filosofía o inventar un nuevo idioma, del que el académico leonés Salvador Gutiérrez Ordóñez (Sillon «S» de la RAE) dice que «es como hacer un traje a partir de un botón». (Más gráfico y genial no se puede ser). Otra de las conclusiones a que llega el señor Cuevas es de una gran importancia. 
Todos conmemoran y festejan sus onomásticas o nacimientos. Y hay que preguntarse si no sería una buena fecha para León la conmemoración de las Primeras Cortes democráticas del Año 1188. Y si fueron tan leonesistas y tan democráticas ¿a qué viene instalarlas en Valladolid? ¿No sería esta una pr incipal reivindicación del leonesismo? ¿Cuál fue la primera iniciativa del denominado «parlamentarios leoneses? Pues la creación de un pantano en Palencia (?). Hay que ser un poco más serios. Seguro que, como me dijeron hace meses, «te van a poner verde». Pero esa es la misión de los nacionalistas. Los que se denominan leonesistas alegan que no son nacionalista y que son españoles. Pero veamos unas perlas. 
La UPL dice en su página web que «el leonesismo es un movimiento sociopolítico nacionalista. Como región y nacionalidad histórica». (Desde luego fue un error el artículo 2 de la CE que equipara la autonomía de las nacionalidades y regiones. Los denominados leonesistas se asientan como partido o como «movimiento cultural». Ya se sabe que los nacionalismos deforman la realidad. Uno de los primeros publicistas sobre el regionalismo (K.R. Minogue, 1968), decía que «...las teorías nacionalistas pueden ser interpretadas como deformaciones de la realidad que permiten que los hombre enfrenten situaciones que en otro caso serían insoportables».
 Por eso tenemos que soportar la impronta deformadora del lliunés emitiendo documentos en bilingüe en el Ayuntamiento, con la lógica denuncia de la Agrupación de la Ciudadanía (octubre de 2007), casi posponiendo al español, idioma universal, por un habla localista , arcaica y nonnata, concediendo la impronta de «dotación nacional» (Minogue) a la manera de hablar. Científicos tiene la Universidad de León que nos pueden ilustrar sobre el uso del lliunés durante el tiempo. (No sé si es llionés o lliunés, igual pasa con otras lenguas resucitadas que no se sabe muy bien su nombre). No obstante se puede recomendar La Historia de la Literatura Leones a (F. Martínez García) para desmitificar el uso de la lengua que nunca tuvo una conciencia social. Reinventar después de diez siglos una manera de hablar me parece excelentemente anacrónico. Y a mí, por lo menos, no me interesa lo más mínimo empezar de cero. 
Ya sé que hay regiones que parten en pleno siglo XX de las cavernas y que crean -a través de la comunicación actual, claro- un idioma, pero es un tiempo perdido. El nacionalismo leonés por el hecho de llamarse así, deja de tener alguna de las esencias del español. Ya dije en otra ocasión que en las páginas que apoyaban a Abel Pardo, se empleaba para ensalzar a la UPL , la expresión «españoles, go home». No conozco un reconocimiento público de que el señor Pardo rechazase tal apoyo. La carta se adornaba con las palabras: «Muy bueno Abel Pardo, todo nuestros apoyo». (Es posible que el señor Pardo estuviera esperando de la University of the Sunshine Coast, de Australia el certificado que pudiera emitir la directora de estudios Kathy Salomon ; no lo transcribo por no herir ) El nacionalismo, repito, no acepta ni críticas, ni ideas, ni proposiciones, ni razonamientos. No tuve ocasión -por estar en periodo electoral- de contestar al leonesista (?) señor Aparicio (Diario de León, 8-1-2008). 
Dice que no se facilitan los estatutos por no saber las intenciones de su uso. ¿Pero no quedamos en que son públicos? Quiere que le explique qué es eso de los «mimetismo de los nacionalismos». La literatura sobre ello es abundante y no es momento de explicarla en estas páginas. Y por fin, no podía faltar el insulto de que mis proposiciones de leonesidad en lugar de leonesismo es una patochada (disparate, dicho necio o grosería). Sólo decir que los ismos, son tendencias, doctrinas, teorías, y la leonesidad es una cualidad, manera de pensar, de proponer, de existir, de convivir, de superar , en fin de interiorizar lo leonés. Ya que hay tantas plataformas, foros, observatorios que apoyan a partidos, a diputados, a senadores; ¿dónde están los intelectuales de apoyo a la leonesidad?

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El leonesismo, entendido como sentimiento, sea a título individual o en forma colectiva, se da a conocer  o participa al igual que  la leonesidad de los valores leoneses, incardinados éstos en la propia cultura leonesa.
Me permito emplazar al lector a la lectura de la página siguiente...

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