En Ponferrada, 18/02/2010, el político
conservador Antonio Silván, que parece
estar tragándose su propia sonrisa, “se une” en un incipiente abrazo con el socialista Demetrio Madrid, primer
presidente de la Junta autonómica, que dimitió, o se vio obligado a
dimitir por razones que no hacen al
caso, luego sería ponente en la reforma
del estatuto en 1998 en la que se modificó
el gentilicio castellanoleonés, que
en su falsedad ilegalizaba el estatuto, de ahí el cambio a castellano y leonés.
Lo que pretenden que celebremos
Lo que pretenden que celebremos
Partiendo de unos acuerdos preautonómicos, en los que los
políticos leoneses no estuvieron presentes de manera fehaciente, los actores
castellanos crearon un ente autonómico desde una falsedad argumental notoria.
Respecto al Estatuto de Autonomía de Castilla y de León,
nacido desde el poder político
castellano, o mejor vallisoletano, con
el trágala final de los “nuestros”, como leonesista siempre he mantenido
que parte de una Ley Orgánica 4/1983 de
25 de febrero, que encierra una
afirmación que ilegitima todo cuanto posteriormente se dice en el articulado.
Esto que acabo de apuntar, no es algo que dejara flotar en el
aire ocasionalmente, o sobre lo que haya escrito, que también, y bastante, lo
he dirigido formalmente, desde el seno de la Asociación Pro Identidad Leonesa, y a través del Procurador del Común, a la Comunidad
llamada hoy Castilla y León.
Se dice en la citada Ley Orgánica:
“Los antiguos reinos de Castilla y León
han mantenido a lo largo de los siglos una
identidad histórica y cultural claramente definida dentro de la plural unidad
de España. Al ejercer, por abrumadora mayoría de sus
instituciones representativas provinciales y locales, el derecho a su
Autonomía, en los términos que establece la Constitución española, el pueblo castellano-leonés ha expresado su
voluntad política de organizarse en Comunidad Autónoma, reanudando así aquella
identidad”.
Veamos:
Lo recogido en las tres primera líneas, que he subrayado,
encierra una ambigüedad bien calculada.
Es un intento de no dejar claro si la identidad es de cada uno de ellos, los
leoneses y los castellanos por separado,
como realmente es, o de ambos en conjunto, que es lo pretendido ahora, porque
les va bien a los fines de los autonomistas promotores del ente.
Pero hay más, en los dos renglones finales del citado párrafo, se
encierran dos falsedades; bien es verdad que de distinto rango.
Aquella identidad. Conlleva esta expresión el intento de unificación cultural de leoneses y
de castellanos, partiendo de la ambigüedad señalada. Es decir que aquéllos que, como pueblos,
culturalmente nunca estuvieron unidos, ni en el mejor de los momentos de
relación medieval, ahora en el siglo XX la voluntad ahormadora de unos
políticos sordos al rechazo popular leonés, los tratan de unificar por ley, identificándolos
en un solo pueblo.
“El
pueblo castellano-leonés ha expresado su voluntad política de organizarse
en Comunidad Autónoma…”
Los castellanos por un lado y los leoneses por
otro ¡nunca han sido un solo pueblo!
Y ello independientemente de que los promotores del ente autonómico intente
colocar a los leoneses de Salamanca y de Zamora, ante un silencio
relativo, como castellanos; pues
quedamos los leoneses de León, como
reducto de la región del mismo nombre, y del Pueblo Leonés, que,
como tales, hemos hecho oír nuestra voz en defensa de la Identidad
Leonesa, de modo muy especial desde el leonesismo.
El
Pueblo castellano-leonés no ha existido ¡nunca!. Por lo tanto: ¡Un
pueblo que no existe, no puede expresar ni ésa ni ninguna voluntad! De tal modo que, ¡todo cuanto se dice a continuación
en letra estatutaria, no tiene legitimidad alguna!
Siempre he defendido que bien manejado esto, ¡la madre de todas las falsedades!, hubiera destrozado
en su momento todo el intento castellano
de anexión de lo leonés, o en otro supuesto, dejando claro que los dos pueblos iban
a componer una Comunidad, mixta, birregional. Los políticos “nuestros”, pudiendo hacerlo, no movieron ni un dedo para
liberarnos del yugo impuesto, o lo que es peor, muchos, participaron en las ataduras finales.
En diciembre de 1997 las Cortes
autonómicas aprobaron una Resolución de Reforma del estatuto. Esto cuaja como tal, y en la primera verdadera
Reforma estatutaria, en el año 1999, de manera taimada intentaron lavar la cara
del estatuto, o sea esconder el pecado
original de “su” pueblo único castellanoleonés, inexistente, para ello introdujeron ladinamente el gentilicio
castellano y leonés, que para nosotros sigue teniendo los mismos defectos,
confirmados por la malsana intención política de usarlo autonómicamente como si de una singularidad se tratara,
sin preocuparles la incorrección gramatical.
Al pueblo leonés, al menos a los
leoneses de León, nos engañaron con la promesa de un referéndum de
preferencia autonómica, que definitivamente quedaría en eso, en promesa. Nos
metieron por ”razones”. Han seguido con el intento de amalgamarnos mediante una falsedad estatutaria, y desde entonces no han cejado en el empeño de
anularnos a los leoneses como pueblo diferenciado.
¿Cómo podemos estar tolerando tamaño desafuero los leoneses?
¿Cómo podemos estar tolerando tamaño desafuero los leoneses?
Una consideración final
que se asemeja a un lamento
El peligro está en
que los leoneses seguimos cayendo en el error de dejar rodar cuesta abajo y sin
freno la maltrecha personalidad leonesa, propiciado cada vez que, en las urnas electorales, votamos a “nuestros
políticos”, verdaderos acólitos de los verdugos autonomistas.
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