29 de enero de 2012

Un león rampante en el escudo y un blasón en la bandera

            León capital, León provincia… de la Región el último reducto

           Más que un título, lo antedicho viene a ser un recordatorio de un Pueblo, con mayúscula, Leonés, para bien denominarlo,  sumido hoy en la incertidumbre de un ente autonómico dirigido desde Valladolid y adoctrinado a partir de una corporación discutible, por impositiva, llamada Villalar.
          Si hay algo que hoy mantiene vivo el sagrado fuego de la verdad leonesa como pueblo, en nuestro territorio regional leonés, esto es la actividad desarrollada por  las Asociaciones Socio-Culturales motivadas por las ricas tradiciones que nos son tan propias como revitalizadoras. Y aunque no esté bien engrasada direccionalmente la coordinación entre ellas, y se pierda continuidad de eficiencia,  su labor desde la base popular  es impagable.

          Donde se podría hacer algo más, tal como desde las dos principales instituciones: la municipal de la capital, y la provincial de la Diputación, en la actualidad controladas por el Partido Popular, el cerrojo de un partidismo obediente parece tenerlas amordazadas.

          Con ocasión de la entristecida conmemoración del 1.100 aniversario del nacimiento del Reino de León, orquestada desde el ente autonómico, e interpretada por los instrumentistas políticos de aquí, se dio cuerpo en el Consistorio de la capital a una Fundación: León Real, con unos estatutos tan favorables para la pervivencia de lo leonés, cultura, tradiciones, historia…que no han tardado en amordazarla los nuevos dirigentes, bajo el pesado manto del olvido.
           En la fotografía, que no es una composición, el alcalde señor Gutiérrez, parece querer llevar, curiosamente sobre su hombro izquierdo, el León rampante del Pendón Real, que, amenazante, nos parece verlo ascendiendo en busca de la verdad de los pensamientos leoneses del Regidor.      

          
          Un día no muy lejano, en la Diputación provincial, presidida como hoy por la señora Carrasco, con férrea mano política y partidista según dicen, a propuesta de UPL se tramito una proposición para la creación de una Fundación: Cortes de León. ¡Se aprobó! Y los leoneses soltamos un suspiro, ¡por fin surgía un compromiso de defensa del reconocimiento de nuestra personalidad histórica!
          Iba a suponer un baluarte para los leonés si se seguía la propuesta primigenia, en contraposición al dañino impulso castellanoleonés autonómico. Mas, la llave del cajón donde se “atesoran” las mejores proposiciones, está en el llavero de la presidencia. Y aquí, quien manda, manda.

          Se vigilan los emolumentos de la presidenta y otros asuntos dinerarios, y al parecer con razón, pero nadie la insta a poner en vigor el compromiso cultural  adquirido con el Pueblo Leonés y con su historia.
          Sin olvidar que en esta exigencia estamos todos implicados, aunque sea a distinto nivel: el pueblo llano, desde su única posibilidad, las urnas, que dilapidamos una y otra vez; y los políticos, aquéllos a quienes entregamos nuestro poder, que no tardan en confundirlo con la devoción partidistas a sus mentores, hasta que transcurren cuatro años; entonces se procede a desempolvar las urnas,  y renace en  ellos la falacia.

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