7 de enero de 2017

La Plaza del Grano

Algo tengo escrito en torno a ella. 

Hoy recordaré un título que cobijaba la defensa vecinal firme que paró una catástrofe constructiva remodeladora. Y vigiló durante el año 2003. 
Era su título:

La Plaza del Grano, los soportales y el adobe
Merced a los buenos oficios del colectivo de vecinos Plaza del Grano, se  consiguió frenar el ímpetu destructor, con trasfondo especulativo, que también había sentenciado la casa porticada de la esquina más emblemática de tan hermosa como histórica plaza de la capital leonesa.


                           Óleo, Pedro G. Beristain. 1996

Se temía, y luego se pudo comprobar lo atinado del temor, que al socaire del derribo de unas casas lindantes a la que nos ocupa, “sin querer” sufriera ésta tal gravedad en su añosa estructura que “se hiciera necesario” derribarla.
La desprotección parcial de su entorno, las aguas pluviales que la trabajaban dañinamente durante la espera de los acuerdos municipales y  autonómico patrimoniales, en tanto  se  trataba de convencer o más bien entretener a los vecinos antedichos, a lo que había de sumarse  el roncar agitador de las excavadoras en las obras adyacentes, se pretendía que todo ello supusiera el preludio de una muerte deseada. 

La presión ciudadana ante el consistorio no decreció, los daños en el inmueble no pasaron a mayores debido a la presión ejercida sobre el constructor, y el acuerdo final alcanzado pasaba por restaurar y consolidar la casa porticada, con más de cien años de historia ante sí, usando materiales recuperados e idóneos para ello.
A tenor de lo que se dijo y  se trató de hacer,  con relación a esa casa, tal parece que había quienes pretendían olvidar que el adobe fue un elemento de vital importancia en nuestras edificaciones de antaño.  Su materia prima básica, la arcilla, el barro arcilloso, más la paja que actuaba como congruente debidamente moldeado en piezas rectangulares, bien oreadas y  llamadas adobes, fueron el “ladrillo” de la época.
Junto a tan primitivo, pero agradecido elemento que aislaba tanto del calor como del frío, la robusta y fiable madera de roble, y de muy especial manera el humilde pero generoso chopo leonés, fueron  los componentes constructivos que se manejaron. 

Su porte, su historia, su belleza elemental, perdura gracias a quienes desde su vecindad, cotidiano vivir, y su comprensión,  se propusieron, contra viento y marea, que en forma de “Patrimonio”, Ayuntamiento y especulación constructiva,  no se hiciera llegar su hora. 

Y está enhiesta, a pesar de su corta estatura, cobijadora de ensueños en el soportal de su inocencia antañona. Resguardo, amparo y sencilla diafanidad en su porticado aspecto que no emboza ni oculta, cuando más protege,  en una plaza que es la suya, o porque ella con su  donaire participa en la conformación del entorno del empedrado suelo del recinto que fue, no hace demasiado tiempo, lugar de transacciones entre agricultores y consumidores leoneses…


Cuando a la última amenaza, ésta sobre el pavimento de canto rodado, se hacía imprescindible responder, nuestro galardonado vecino  Antonio Gamoneda escribió una bellísima carta al alcalde. La  titulo “Carta muy abierta”.  Me ilusionó por el porte literario y el contenido incontestable. De ella me permití la licencia de, tomando jugosas frases e ideas, componer un escrito, que fue publicado, en  ileón. com, (24 de enero de 2014), Allí se puede leer en toda su extensión y  aquí su inicio:

“Mercadear en la Plaza del Grano

Antonio Gamoneda(*) ha escrito.  Y aunque no fuera más que por su bello estilo, yo, que no soy más que un sencillo convecino, escuchado el suave clamor que fluye de su letra, bien galardonada por cierto, aferrado a su decir,  no me importaría acudir al alcalde, por si no ha tenido tiempo de leer su  gran “Carta muy abierta”.
Señor Gutiérrez, le diría, por si aún no ha podido hacerlo, permítame que le invite a escuchar  la voz del arte,  el de decir las cosas, con el cadencioso fluir de una petición razonada, pero no para quedarse en la prosa,  algo muy posible dado su encanto, que en este caso a tramos  se nos antoja poesía,  sino, impregnado de la mejor esencia salvadora, decidirse a observar la  “Plaza del Grano”, y,  “haga conmigo, por favor, una contemplación intelectual del lugar y fije su mirada… canto rodado, soportales…la horizontalidad arquitectónica de la plaza…hacen que siga siendo muy digna de respeto… en lo que concierne a la composición espacial y a la caracterización histórico-antropológica.”



Estamos iniciando el 2017, tres años después,  y el tema aún colea. Se retuerce en el tiempo la idea devastadora de lo antiguo, aunque se habla de parciales arreglos, y sigue latente la amenaza. Podemos leer en Leonoticias.


No es un canto lírico, ni una elegía que suene a funeral,  si acaso  prosa con sabor a verso enamorado y compartido hacia un espacio urbano medieval amenazado. Escrito está por Luis Artigue en un post.  Lo suscribo. No peno porque a mí no se me haya ocurrido pergeñar algo así en su defensa, me conformo con poder compartir tal idea protectora  lanzada en  favor de la Plaza del Grano…que rubrica:
¡¡“Estás preciosa como eres”!!!



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