Hablamos
de la Estación del Norte, la que revolucionó a los leoneses allá por 1863, el
año de su inauguración, más la llegada del tren. Un gran acontecimiento social, y
primeros apuntes para cierto desarrollo industrial en la zona.
En 1994, en un medio local, a través de un
personaje ficticio que se dedicaba a pasear León, capital, contemplando el
discurrir día a día de la ciudad, hacía crítica constructiva sobre el
crecimiento urbano, no siempre atinado. El paseante crítico un buen día se
situó sobre la pasarela de las vías, esa que unía la calle Astorga y Ruiz de
Salazar, pensando en el final de los
rieles, que, anhelados en el siglo XIX,
en el siguiente nos suponían un dogal férreo, y se proponía con buen
criterio su soterramiento capitalino.
Recordaba que apenas habían transcurrido tres años de la presentación de la formación leonesista UPL y el Proyecto 2002 era su gran divisa, el soterramiento del ferrocarril, un buen aval para entrar en sociedad, eso sí ciudadano y local, y a los leonesistas de entonces nos parecían un principio fabuloso, sin valorar, ad futuro, el localismo que generaba; tal vez lo llamativo de dar nombre a una amplia calle, que las vías soterradas liberaban, como: Gran Ronda del País Leonés, nos inundara de optimismo, a corto espacio. No obstante con pasmosa insensibilidad política fue arrinconado, incluso en el municipio capitalino.
Pretendía
UPL, atendiendo al sector Oeste de la capital,
resolver eficazmente los problemas de circulación, expansión y
equipamiento, abriendo puertas a una ciudad más moderna y moderadamente espaciosa que,
decían, “casi todos los leoneses
deseábamos”.
Recordaba que apenas habían transcurrido tres años de la presentación de la formación leonesista UPL y el Proyecto 2002 era su gran divisa, el soterramiento del ferrocarril, un buen aval para entrar en sociedad, eso sí ciudadano y local, y a los leonesistas de entonces nos parecían un principio fabuloso, sin valorar, ad futuro, el localismo que generaba; tal vez lo llamativo de dar nombre a una amplia calle, que las vías soterradas liberaban, como: Gran Ronda del País Leonés, nos inundara de optimismo, a corto espacio. No obstante con pasmosa insensibilidad política fue arrinconado, incluso en el municipio capitalino.
Cuando
nuestro personaje llega a lo alto de la pasarela, ascendiendo por la
rampa de la calle Astorga, puede ver a su derecha alguna edificación baja de
RENFE, y vías; en lontananza adivina más que ve, el paso a nivel del Crucero,
estrangulador viario y de ilusiones… a su izquierda, malecones, más vías y la
estación «tope» de ayer, de hoy y tal vez de siempre con la que «chocará»
nuestra expansión urbana. Algo modernizada y pintada, con nueva marquesina cubriendo los andenes, en sustitución,
total o parcial de la anterior de 1863, en todo caso ampliada.
Por cierto se
pregunta intrigado, ¿dónde estará aquel anterior armazón férreo del que dijeron
tenía semejanza, o era copia de otro de cierto estilo francés propiciado por Eiffel, con antigüedad
meritoria?, hasta es posible que su desmontaje improcedente haya tenido como
triste final la chatarra, conjeturó con pesar…
Nos ha
contado muy bien en Diario de León Susana Vergara, que la ampliación, de
la que calificó como “baldaquino de acero roblado”, un largo siglo
después, en 1980, fue de 60 a 90 metros
lineales. Aquí la duda que se plantearía nuestro paseante: ¿se copió la
original mediante ampliación o se sustituyó con cierta similitud?
La pervivencia de la principal edificación de la
estación y la marquesina, se debe a la Asociación de Amigos del Ferrocarril y a
las 16.000 firmas de leoneses recogidas que se opinían al derribo, como bien podemos y debemos recordar.
Dice Javier Callado en "Reflexionadero Cisastur" a
propósito de la conservación y utilización de la antigua estación: La
marquesina que es nueva y diferente de la que se llevaron a “restaurar” hace
unos años y que jamás volvió…
Con ello no es que precisamente quite valor a la marquesina y a la reutilización del edificio,simplemente, desde su punto de vista estudioso de las circunstancias actuales, coloca las cosas en su sitio. Para la ocasión nos quedamos con "jamás volvió".
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