Para el señor Herrera el movimiento social originado el
martes día 11 en Barcelona, tiene su respuesta: No es momento de soberanismos ni de
independentismos.
Sin entrar directamente en ello, con relación a lo leonés me
planteo: Qué se puede esperar del señor
presidente de un ente que se ha negado a reflejar en letra estatutaria de la
Comunidad el derecho de los leoneses a tener diferenciado su territorio, su región;
dato éste que podía darnos un mínimo de dignidad. Y que hayamos de estar por narices adscriptos
a la que llaman Castilla y León, sin que nos digan a qué León aluden, es
inadmisible. Y hay más:
No estaba él en el momento crucial de habérsenos negado el
derecho constitucional a elegir destino autonómico; por ello no podemos
culparle de tal cosa, pero sí de que sabiendo esta vicisitud dolorosa para los
leoneses, imborrable , por lo tanto una afrenta permanente y la tiene en su “casa”,
se permita juzgar al pueblo de
otra autonomía.
He dicho al pueblo, puesto que estando relativamente cerca,
he podido verlo en esta ocasión como un movimiento social fundamentalmente, aun
cuando haya las consabidas incrustaciones políticas de quien está en el terreno
de las soflamas y del que se apunta a un “bombardeo” para que no se le marche el voto.
En la gran Diada de
2012, la señera, la del pueblo catalán, la del catalanismo, originaria en la Corona de Aragón, ha sido
imbricada con la independentista, ésa que han venido ensayando, distribuyendo y
haciendo tomar vigor desde ERC, y otros. A esta bandera, con las mismas franjas rojas
y amarillas de la señera al uso, la han añadido en su lado izquierdo una ”estrella blanca sobre un triángulo con fondo azul europeo”, l’estelada, dicen.
El drama actual, el de la recesión, la crisis económica y el
problema laboral subsiguiente, bien
puede haber engordado el número de asistente a la manifestación, pero no es
privativo de allí, lo padecemos todos, señor Herrera,
por lo tanto también en la Comunidad que Vd. rige. De modo que no barra para afuera
responsabilidades.
Cada institución de las que tienen cabida y sometimiento a
la Constitución, hay una alícuota parte en tal decaimiento laboral y económico;
y el estado del bienestar ganado se está tornando en malestar social. Todas ellas, las instituciones, están manejadas por
los políticos que votamos; que éstos se desentiendan del pueblo, de las
peticiones del pueblo, es inadmisible;
cuando, además, quieren que tengamos fie ciega en ellos y no pensemos, pues se
precian de saber lo que más nos conviene
a los ciudadanos.
A nosotros,a los
leoneses, tal como nos va en la Comunidad, despersonalizados y olvidados, hasta
nos podía ser favorable una revisión del estatus autonómico en algunas de
ellas, como no faltan voces que lo piden. Esta comunidad, que nos tiene abducidos, es una parte de
territorio español, pero no tiene un único pueblo como pretenden, a pesar de
sus esfuerzos de ayer y de hoy, somos dos, y culturalmente diferenciados. Y
puede que sin tardar se lo volvamos a decir un día masivamente en las calles.
Los catalanes salieron, en la Diada, un millón de
ciudadanos. Impresionante cifra. Pero veamos, Barcelona capital, población
urbana: 1,7 millones de ciudadanos; haciendo abstracción de los que acudieron
de otros ámbitos, podíamos decir que salió a la calle el 60%. El 4 de
Mayo de 1984, el día de la gran manifestación de leoneses por su autonomía, lo
hicimos en número de 80.000 ciudadanos, y la población capitalina estaba entonces formada
por 132.000 habitantes; salió pues, a la calle, un 60%
Como quiera que no han variado las circunstancias lesivas
para los leoneses, es más, se puede decir sin lugar a engaño que se han ido
agravando; debe tener presente el señor
Herrera que los ciudadanos de León pueden repetir en cualquier momento su gran protesta; en cuyo
caso ¿qué les va a decir?, ¿que sean solidarios con los castellanos, con los
que nunca se han entendido? Y, ¿con
nosotros quién está siendo solidario?
Por lo tanto, respétese primero nuestra identidad, nuestro territorio, y con
ambos, el deseo popular de comunidad propia refrendada. Luego ya hablaremos de compartir, señor Herrera.
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