“Los Pueblos, no sólo deben tener sus glorias, sino también evocarlas y perpetuarlas”.
Parece que hemos querido, o nos han obligado a ocultar nuestra historia, que podía haber quedado ciudadanamente “narrada” erigiendo estatuas, grupos escultóricos y monumentos a aquellos personajes leoneses que ya formaban parte de ella.
Guzmán, sólo Guzmán, esculpido en bronce e izado sobre un pedestal granítico, con cierto sello de lo histórico legendario en su estampa, y un mitológico dios, todo piedra si excluimos el férreo tridente, rey de un mar precisamente de León distante: Neptuno, han venido cumpliendo la faceta más ornamental, que histórica.
Han estado solos durante años en una ciudad que ha silenciado que ostentó la capitalidad de un reino, cual si fuera un desdoro, una cuestión baladí, o queriendo hacer valer lo imposible: que desde el arca la historia se vende sola.
Otro tiempo atrapado en la fotografía: Guzmán el Bueno sobre su primitivo pedestal. A la derecha la casa de doña Flora del Ron, entre el pedestal y el edificio, la instantánea nos deja ver un apunte de la que fue de don Diego Mella; y al fondo, a la izquierda del guerrero, el chalet-Sanatorio del Dr. Eguiagaray, alcalde y presidente de la Diputación de León en su momento. Hubo un tiempo en el que las casas eran conocidas por el nombre de sus dueños. Los tres inmuebles citados han desaparecido.
Volviendo al tema histórico ornamental, no tengo inconveniente en anunciar que ignoro que motivo movió a D. Emilio Menéndez Pallarés, abogado y político leonés, para pedir la construcción en 1892, de la talla del singular personaje leonés. Tal vez su especial sensibilidad a la hora de defender causas sociales fuera el gancho o trabazón que encontró en la gesta de Guzmán. La Diputación Provincial corrió con los gastos. El monumento no fue inaugurado oficialmente, y permaneció bastante tiempo después de su culminación torpemente tapado con tela de sacos, según cuentan las crónicas. La estatua de Guzmán, nuestro paisano, conocido como el Bueno, fue colocada sobre un pedestal de piedra con nocturnidad innecesaria que sorprendió a propios y extraños.
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