Limpia, fija y da esplendor
Inés Fernández Ordóñez, la ya Excma. Señora, es la filóloga que ha tomado posesión en la RAE del sillón de la letra P que dejó vacío el poeta asturiano Ángel González, fallecido en el 2008.
A él alude, en los comienzos de su discurso, tomando de sus versos aquello de “uno tiene conciencia/ de la inutilidad de todas las palabras”. “O es siempre todavía”. Citándole al final: “creer con fuerza tal lo que no vimos/ nos invita a negar lo que miramos”.
Y, ya en materia: “Al castellanismo ideológico de Menéndez Pidal y su énfasis en ciertos hechos lingüísticos exclusivos de esa variedad cabe oponer un viejo punto de vista, también presente en sus pensamientos pero nunca desarrollado con plenitud. Se trata de aquel que, sin dejar de reconocer la impronta castellana en la formación de nuestra lengua, destaca también como igual o más notoria la coincidencia originaria y ulterior del castellano como las variedades lingüísticas habladas al occidente y al oriente, el asturleonés, el navarroaragonés, al menos.”
“La denominación que se generalizó para nuestra lengua desde el siglo XIII, cuando Alfonso X proclamó escribir en lenguaje de Castilla o romance castellano, no nos debe llevar a engaño. Desde un punto de vista político, bien podemos llamar castellano a todas las variedades incluidas bajo esa jurisdicción. Desde el punto de vista lingüístico, ciertamente no, pues variedades muy similares a algunas utilizadas en Castilla se hablaban entonces en territorios jurisdiccionalmente leoneses, navarros o aragoneses”
Igual que hablamos de procesos de castellanización en León, Aragón o Navarra… es necesario valorar los procesos de aragonización, leonesización, o navarrización de Castilla…
Hay quien prefiere utilizar retrospectivamente la denominación de español antiguo; para referirse a la lengua que se habló en la Edad Media desde León hasta Aragón, con denotación que engloba las variedades astur-leonesa, castellana, navarra y aragonesa.
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