La Semana Santa Leonesa
Un año más...
Es ésta la primera vez que hago
un cierre o reflexión, entre creencia y
tradición cuando apenas hace “un
par de días”, que terminó el ciclo procesional de la Semana Santa
legionense. Naturalmente es la de hoy una vivencia personal, y un tanto
atípica, dado que lo es desde la
distancia…, física, no anímica.
En internet está el medio que me
permite vivirla al momento. Hay variada oferta, pero de modo muy personal,
prefiero el seguimiento que Francisco Jesús López Berciano, en directo nos ofrece a pie
de calle, y en cierto modo incorporado al
cortejo, desde años atrás. Es de
agradecer su saber estar, tesón y sereno acompañamiento con su personal equipo
que casi pone el foco, que pasa a ser mi
atenta mirada, en detalles procesionales
que no por conocidos dejan de llevar interés, mezcla de nuevo y comparativo en
la memoria de cada cual.
Presto gran atención, de modo muy
emotivo, a la procesión de Los “Pasos”. Y así el Viernes Santo, desde las 7,15
este año estuve con él ante la puerta de Santa Nonia.
Cuando era vecino, años
de niñez familiar, salía a situarme en tal lugar, pero entonces aún estaba en pie
el Hospicio Cuadrillero. Tempranito y
abrigado, ocupaba una ventana que me permitía ganar altura en la mirada.
Entonces no se ponían carpas, todo salía de la sencilla iglesia.
Con el Nazareno, de expresión
corporal vacilante, de mirada interiorizada y sufridora, en sencillas andas,
asistido en el porte de la cruz por un Cirineo de ropaje sencillo como debía
ser, la Cofradía de Jesús "acababa de poner lo mejor” en la procesión.
Tocaba moverse.
Muy niño aún, me trasladaba diligente hacia la calle
Hospicio para seguir viendo otros pasos,
y cuando ya la Dolorosa se encaminaba por
la estrecha calle, volvía presto a casa, ¡había que desayunar!
Unos años más en la vida, ya
crecidito, cuando el Nazareno, bien acogido musicalmente, por cornetas y
tambores, estaba en procesión, bien
mecido y con cariño trasladado, yo salía presto hacia Carbajalas esquina a
Castañón, la más de las veces, para situarme en la calle corta, desde donde, en primera
línea a ser posible, me gustaba ver las vicisitudes de los hermanos braceros en
tan problemático discurrir.
Allí me ha llevado también López Berciano estos últimos años. En tal
entronque, pero no plenamente estático, dando control y forma a su buen
quehacer y observación de los posibles detalles, me ha permitido ver ocupando un
lugar que requería buen madrugón, al que fue alcalde legionense, Antonio
Silván, cumpliendo con un compromiso personal de papón de acera. Donde no pueden pasar desapercibidos los
saludos que cruza, de afectuoso agrado
parecen, con algunos papones en
procesión. Diré que no le da protagonismo la cámara, pero tampoco le huye, esto es así. Un leonés más en tal momento.
En su proceder político local
antaño, o senatorial ahora, siempre ha sido objeto de mis comentarios de
opinión, discrepantes, más hoy no toca
esto, sino citarlo como conciudadano que se muestra tan tradicional; y en tal
punto coincidimos.
Antes de hacer un comentario
final sobre El Encuentro, quiero traer aquí un enfoque o mirada de cámara, para la contemplación del
mecido del Nazareno, entrando en Escurial en su rigurosa estrechez. Desconozco
el autor que nos lo proporcionó. No anoté quien nos lo ofrecía, perdóneme por ello, pero su cámara de vídeo bien emplazada en un
balcón no muy alto, a la altura justa, casi parecía querer hacernos ver, no una
figura rígida movida, sino un Nazareno con anhelante paso que vacilaba en su
marcha. Bien es verdad que ayudaba el
cíngulo superior de la túnica que iba y venía en pendular movimiento acompasado al ritmo
de los braceros
Llegamos al punto clave. La Plaza Mayor de Legio, el programado
Encuentro, los trece pasos en inmejorable estampa, en tanto el personal, el
público asistente sentado, en sillas dispuestas a tal fin, que hubo de pagar entrada, espera el momento cumbre, en el que frente a frente, La Dolorosa y San Juan, se
produzca la genuflexión de los braceros de los primeros puestos del "paso" del discípulo.
De hace muchos años, bastantes,
conservo una gran fotografía, entonces estábamos de pie en el centro de la plaza, “rodeando” al
Nazareno, y contemplando el momento. Conseguí identificarme en ella. Se publicó
en Diario de León, y aún la conservo. Entonces no se aplaudía, había recato
predominante. Pero hete aquí que el señor Obispo también aplaudiendo en 2023,
como dije en DL en artículo de opinión, dejó bendecido el aplauso procesional. No sé
si llegará a ser honda huella.