¡Ah!, y las fotografías firmadas por Eloy Rubio, en blanco y negro, no sólo tienen calidad como tales, sino que acompañan y refuerzan la personalidad de Rogelio Blanco, cuando, en determinados momentos, lo “pide” el texto.
En cuanto a lo literario o periodístico, creo que estoy en la obligación de pedir disculpas a ambos, entrevistado y entrevistador, si al aportar puntualizaciones no atino plenamente o parezca que pretendo actuar de exégeta.
Ha tenido oportunidad y sabido, Rogelio Blanco,
aparecer, tablas le sobran y el amplio
conocimiento lo avala, para mostrar al
gran público, sin olvidar el oportuno
guiño paisano a los más comprometidos leoneses, y desde su posición de filósofo y pensador, a
los más eruditos, su personal postura
ante lo leonés, sin marcar circunscripciones. Y esto es de agradecer dados los momentos de
anulación que nos amenazan como pueblo.
Calificado como hombre
libre… me inclino a creer que viaja dentro del concepto de libertad que empezó
a generarse en nuestros antepasados leoneses, sobre la que nos habla en su
libro: Tierra de libertades.
A veces profundo, como corresponde a su amplia
formación, que lleva al entrevistador a situarlo, oportunamente, dentro del
término polímata. Tómese lo que añado
con sencillez extrema: No es que sepa un poco de todo, sabe un mucho, sin
innecesaria mezcla de saberes, para así
enlazar con un supuesto, deinde
philosophari, que no va en él como secundario, ¡prevalece el filósofo!
La herencia es memoria…,
ha dicho, y no es difícil corroborarlo. A los leoneses nos está ya resultando
nebulosa la historia, la nuestra, la mano negra con la que políticamente se ha
ido escribiendo, ahora nos conduce, sin
importar que sea a contravía, en dirección a la opuesta tierra, la de los
castillos, por la ruta de la estulticia
de un oneroso y devaluado presente que
permitimos nos escriban. Historia, como bien dice, que padecemos.
Con rostro serio, de pensador, mirada fija, que observa y repasa, (recogido en fotografía), nos habla del Renacimiento para señalar su predicamento en la Universidad de Salamanca, netamente leonesa, de reconocimiento europeo. Por ello lo destaco, ya que, como leoneses, no podemos menos que recordar la figura real de Alfonso VIII de León, sus Decreta y la voz que el pueblo adquirió con él. Algo que hasta que Blanco supo hacerlo reconocer documentalmente en la UNESCO, hasta los libros lo silenciaban.
Claro que condiciona y
pesa el pasado… Leonesidad su preferencia, forma de ser de los leoneses,
diferenciada del leonesismo con reminiscencia nacionalista. Personalmente creo
que a los leoneses nos envuelve la burbuja de una cualidad llamada leonesidad, y nos puede
mover un sentimiento identitario de pertenencia: leonesismo; signo de personalidad cultural desarrollada, precisamente,
en esta tierra de libertades que él tan bien describe, y otros intentan
ocultar.
Respecto a la Catedral de
Santiago, “la más leonesa que hay”, por nombres y vicisitudes que cita, culmina
con aquello de que están allí alojados los sepulcros en bulto de Fernado II y
su hijo Alfonso IX. Tal tipo de sepulcro, de bulto me refiero, me trajo a la memoria el que recientemente el
escultor leonés Amancio González ejecutó, y empleo este término con intencionada
doble intención, en Sahagún para Alfonso VI, osando colocar una corona
“coronada de castillos” en la sienes de un rey leonés, resulta incomprensible.
Dar cancha al rival y seguir por la senda de la nada.
El ejemplo final, de
Brasoñera, elevando una carta puebla para siete habitantes, a la categoría de
fuero. O la falsificación de la fecha de nacimiento de Fernán González, que
denuncia sin rodeos, nos deja un mal regusto que viene a apercibirnos sobre la
mano castellana que sigue meciendo la cuna.
Mi apunte de cierre.
Habiendo intentado no quedarme en lo anecdótico de la entrevista, me complace
corroborar que los leoneses fueron
forjando un “gran país de libertades”. Hoy, olvidando la leonesidad regional
leonesa, que destaca Rogelio y asume, o lo que es lo mismo poniéndola en manos
políticas inconsecuentes con ella, caminamos como ciudadanos regionalmente
irreconocibles. El leonesismo ese que
intento equiparar o sitúo como sentimiento de orgullosa pertenencia, trata de
funcionar como el más eficiente motor reivindicativo identitario, o así lo
interpreto.
Que a su vez contiene otro enlace con el Diario de León y una "Tribuna" mia
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