Esta página recoge mi escrito de opinión que publicaron en Diario de León, al que he colocado algunas fotografías para complementarlo. Así como la que sigue a esta entradilla, que corresponde al autor del vídeo que permitió removerme mi memoria, y disfrutar de su arte. Es Francisco Jesús López Berciano
Nos quitamos el capillo:
Vienen a ser estas letras, algo así como poner el cerrojo al complejo procesionar semanansantero legionense. Los que salieron de vacaciones y los que nos quedamos, agotada la larga semana, de una manera u otra nos “quitamos el capillo”, nos volvemos a ver las caras y retomamos costumbres, como esta de participar en el periódico con la mejor de las voluntades. Lo cotidiano también da juego.
Nos quitamos el capillo:
Con el recuerdo de otros tiempos, unos sencillos apuntes para la intrahistoria en la mañana de Viernes Santo procesión de Los Pasos 2019.
Vienen a ser estas letras, algo así como poner el cerrojo al complejo procesionar semanansantero legionense. Los que salieron de vacaciones y los que nos quedamos, agotada la larga semana, de una manera u otra nos “quitamos el capillo”, nos volvemos a ver las caras y retomamos costumbres, como esta de participar en el periódico con la mejor de las voluntades. Lo cotidiano también da juego.
En verdad
dada mi condición de antiguo papón de acera, de haber querido participar de
forma oficial, ejerciendo de cofrade,
hubiera sido éste, el capillo, el adminículo que me hubiera ocultado el rostro.
Mi tradicional acompañamiento a las tres más antiguas procesiones, las de los
negros, me proporcionaban la satisfacción de encontrar, casi siempre, a las
mismas personas, en el mismo lugar y
hora, de modo especial, al alba en la de
los “pasos”.
Verlas
partir en Santa Nonia, las dos que de este lugar lo hacían, o la de Minerva,
allá por San Martín en el año que la correspondía, era como una norma de
obligado cumplimiento que se alargó en el tiempo. Mas, todo es mutable, cuando
las personas circundantes en la acera empezaron a ser más extrañas que
conocidas, el empuje religioso decreció, apareciendo en su lugar el deseo de buscar espectáculo en otros, aquella
hermosa costumbre cedió terreno, aunque no pudiera anular a lo tradicional como
sentimiento.
Siempre fui
crítico con el “baile” de los pasos, no cuando éste es sinónimo de mecido, sino
ante la puja saltarina que muy antaño ni se veía ni se la esperaba. La faceta
musical también era más sencilla antaño. El aplauso empezó a aparecer parejo
con lo saltarín, y me causaba un cierto sobresalto, alteraba la sobriedad
leonesa, cuando ésta no es escueta seriedad,
sino que se acomoda más al sentir tradicional,
sin olvidar el fervor, un modo vivir, como el del compromiso cofrade y su
significado esfuerzo.
Luego
vendrían largas ausencias, y la consiguiente acumulación de años que todo lo
condiciona; la veteranía son recuerdos,
y otro modo de vivir aquello que nos apasionó.
Este año
2019, no he visto en la calle ninguna procesión, ni la climatología animaba
mucho ni las fuerzas físicas acompañaban, de ahí que la televisión fuera el
medio a usar para no perder pleno contacto con nuestras procesiones. Por cierto
el número de éstas es impresionante, treinta y …, requieren gran derroche de
tiempo y de fuerzas.
Aquella
televisión que tuvimos, propia de León, y que lo autonómico modificó nominación y desarrollo, tenía un amplio
programa de retransmisiones, que por cierto no usé, por razones obvias unas, y
de constancia otras, a excepción de ver el Encuentro en la Plaza Mayor. Por
cierto conservo una fotografía de Diario de León, cuando nos colocábamos todos
en el centro, no había gradas ni sillas
y aguantábamos a pie firme, para ver el “San Juanín” antaño, el de Víctor de los Ríos después, frente a la
Dolorosa; en la foto, digo, conseguí
encontrarme junto a mi esposa, entre “miles”y no era fácil.
San Juan (Víctor de los Ríos) imagen sobrepuesta al antiguo Hospicio Cuadrillero
Lo moderno se impone, y en facebook localicé un video, que dado el enfoque que le daba el operador, parecía aficionado no sólo a esta disciplina, grabar y comentar, sino que vivía lo procesional desde la acera. Precisamente estaba emplazado en Santa Nonia, muy temprano, cuando el juego de luces eléctricas y las naturales del amanecer se confunden, y todo parece improvisación. Él observaba, tal como yo solía hacer; pero, además de guardar en su memoria lo visto, construía una película, a pie de acera, entre viandantes y papones que se entrecruzaban en sus desplazamientos de apariencia anárquica y no lo eran tanto. Se repetía la sencilla estampa tradicional que añoraba. Cada uno a su puesto, los de la acera y los de la procesión.
San Juan (Víctor de los Ríos) imagen sobrepuesta al antiguo Hospicio Cuadrillero
Lo moderno se impone, y en facebook localicé un video, que dado el enfoque que le daba el operador, parecía aficionado no sólo a esta disciplina, grabar y comentar, sino que vivía lo procesional desde la acera. Precisamente estaba emplazado en Santa Nonia, muy temprano, cuando el juego de luces eléctricas y las naturales del amanecer se confunden, y todo parece improvisación. Él observaba, tal como yo solía hacer; pero, además de guardar en su memoria lo visto, construía una película, a pie de acera, entre viandantes y papones que se entrecruzaban en sus desplazamientos de apariencia anárquica y no lo eran tanto. Se repetía la sencilla estampa tradicional que añoraba. Cada uno a su puesto, los de la acera y los de la procesión.
Al Seise de la Crucifixión, antes de salir, le leían unos versos emotivos... "sueños de niño que empaparán tus pupilas...jamás faltarán a la cita...
Con el
audio abierto, se escuchaba el murmullo ambiental, y frases como “hermanos de
La Crucifixión” que en perentoria convocatoria llamaba a los braceros. “Al
brazo, al hombro”. No puedo repetir todo, pero sí que permaneció firme a la
espera de la salida del templo del Nazareno, que la buena iluminación interior
permitía ver, y nos enseñaba. Otra
semejanza: era conocido, pues le saludaban, correspondía con agrado sin
suspender su tarea, con sencillez; sinceramente me agradaba. A su espalda,
donde antes estaba el Hospicio del Obispo Cuadrillero, hoy otro edificio y una
carpa me cambiaban el “decorado” memorístico.
"La sombra" de La Crucifixión sobrepuesta al Hospicio Cuadrillero.
Estuvo en su puesto hasta que todos los pasos ya procesionaban; momento en el que nos comunicó, que se incorporaba a la procesión, justamente con el San Juan, al que iba a seguir; tenía acreditación oficial para ello. Nos mostró vicisitudes del avanzar procesional en calles estrechas, Hospicio, Escurial, revuelta de Carbajalas, y sobre todo el progreso en solitario del paso, eso sí musicalizado hoy, por Juan de Arfe, en el que ante la estreches, en algunos momentos se han de quitar los braceros de los varales exteriores. Todo a pie de calle, todo a pie de acera, tratando de captar con especial énfasis emotivo la intrahistoria del cortejo. Escuchar la voz del seise dando órdenes y el intercambio de frases entre braceros completaban “la novedad”.
Plaza de las Tiendas, Plegarias…, seguía la ruta, llegaba a la proximidad de la Plaza Mayor, cuando el predicador acababa su sermón.
Nuestro cámara, guía e introductor nos llevó al encuentro del San Juan con La Madre Dolorosa, no sin advertirnos que dada las interferencias, inhidores de señal, supongo, que él ya conocía de otros años, iban a dar cierta borrosidad a las imágenes, como así fue. Pero yo lo había visto ya.
Prometió más y mejor, si cabe, pero cubierto mi cupo de emotividad ante recuerdos y comparecencias, no lo seguí, pero sí le muestro mi sincero agradecimiento.
No hay comentarios :
Publicar un comentario